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Writer's pictureVeronica Flamenco

¡Yo hago nuevas todas las cosas!» Apoc. 21:15

Updated: Jan 23, 2021

Hoy hace 4 años, Dios Nuestro Señor nos regaló un Milagro extraordinario a mi familia y se los quiero compartir.


El 1 de enero del 2017 lo estrenamos en el hospital. Mi hermana comenzó a sufrir un dolor abdominal terrible que la paralizó. A partir de ahí vivimos casi 3 semanas de angustia, dolor e impotencia al no poder hacer nada para aliviar su dolor ó dar respuesta a su condición. En ese lapso de tiempo visitamos 3 hospitales, mi hermana fue atendida por grandes médicos que le hicieron docenas de estudios para descubrir su enfermedad. La frustración de los médicos aumentaba y nuestra desolación también. Después de dos semanas con un dolor agudo ininterrumpido, mi hermana alucinaba (porque pasaba días sin dormir), las altas dosis de morfina y narcóticos prácticamente ya no la hacían efecto, no comía, hablaba poco y cada vez se abandonaba más a la muerte. En medio de esta pesadilla tan agotadora, frustrante y dolorosa, lo único que nos mantenía de pie a todos, como familia, era nuestra Fe. Orábamos día y noche para que Dios tuviera compasión de ella, que la sanara. Ante tanta súplica Dios parecía guardar silencio...


Al ver la situación tan desoladora, el 22 de enero mis otras hermanas, mi mamá y yo, decidimos buscar a un sacerdote para que viniera a casa a darle la unción de los enfermos, confesarla y entregársela a Dios - con resignación, pidiéndole que si no la iba a sanar que se la llevara. De inmediato conseguí una cita con un sacerdote amigo mío para el día siguiente. El padre nos pidió llevar a mi hermana hasta su oficina porque se le complicaba viajar. A puras penas pudimos trasladarla. Llegamos pasadas las 2pm y ahí mi hermana hizo una confesión general y recibió la unción. Mientras tanto, nosotros rezábamos la Coronilla a la Divina Misericordia. Al final, el padre nos pidió que hiciéramos una oración en familia por mi hermana. Eran las 3PM en punto. A la oración se unió un amigo mío (teólogo con dones muy especiales) vía telefónica. Creo que ha sido la oración más hermosa que jamás habíamos orado en familia. Una oración solemne, acompañada de la Palabra de Dios, con paz y con plena resignación, abandonándonos completamente a su Santa Voluntad. Al finalizarla con un "Amén", vemos que mi hermana estaba llorando sin cesar y decía que no podía abrir los ojos y que se sentía mareada. Yo pensé "ya está agonizando..." Ante esto, el sacerdote dice con total certeza: "Levántese, Dios la ha sanado". Las Palabras del Evangelio cobraron vida, pude escuchar tal cual a Cristo decir: "Levántate y anda". Mi hermana se levanta de la silla sin el dolor, caminaba normal, su rostro y mirada resplandecían, sonreía con gran gozo. Yo no podíamos creer lo que veían mis ojos (lo cuento, lo revivo y se me eriza la piel). No puedo describir con palabras exactas todo lo que vivimos. Mi hermana había sido liberada del pecado (confesión), sanada de su enfermedad y salvada de la muerte terrenal y eterna (ya que por años había permanecido alejada de la Iglesia y los Sacramentos). ¡Qué grande es la Misericordia de Dios! ¡Alabado seas por siempre, Señor!

Después de este Milagro, y a pesar de nuestras miserias, Dios continuó su obra. El año pasado mi hermana finalmente recibió el Sacramento del Matrimonio por la Iglesia. Por cierto, la boda fue justamente cuando empezó la pandemia y todos los templos estaban cerrados. Fue prácticamente una boda en las catacumbas, pequeña, hermosa, sencilla, de ensueño. Otro gran regalo para nuestra familia. Qué bueno es el Señor que todo lo ordena para la salvación de nuestras almas.

Hay mucho, muchísimo más que contar, pero como dice San Juan "Jesús hizo muchas otras cosas que no cabrían en el mundo todos los libros que serían escritos". Igual yo, podría escribir libros acerca de este Gran Milagro de Amor, pero espero que esta resumida historia que les comparto les recuerde que Dios es siempre fiel, nunca se deja ganar en generosidad y que Él hace nuevas todas las cosas (Apoc. 21:15). Jesucristo Sanador, Liberador y Salvador, es el mismo ayer, hoy y siempre. ¡Ésta es la buena Nueva!


Toda la Gloria y Alabanza sea para Él.


Nunca se cansen de orar y confiar. "Jesús en vos confío".


¡Viva Cristo Rey! ¡Viva la Virgen de Guadalupe y toda la Corte Celestial!


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